LAS MÁSCARAS DE LA DEPRESIÓN
subido por Clr. Fernando Rodriguez de la Madrid

Las máscaras psíquicas y conductuales de la Depresión

Medicina psicosomática, psicología, salud, trastornos mentales, psicoterapia, ansiedad, depresión

El médico psiquiatra, o el psicólogo, al comenzar su consulta cada día, saben que, aproximadamente, el 50% de los pacientes padecen un síndrome depresivo. Tal expectativa no supone ningún problema: la depresión es un trastorno clínicamente bien definido y con terapéuticas generalmente eficaces. Cuando el médico no psiquiatra, fundamentalmente generalista, comienza su consulta debe saber, asimismo, que entre el 20% y el 30’% de los pacientes que aguardan en su sala de espera, también padecen un síndrome depresivo. La diferencia está en que, mientras que el paciente que acude al profesional psiquiatra o psicólogo es, en la mayor parte de las ocasiones, consciente de su situación, no ocurre lo mismo con el paciente que visita al médico de atención primaria en su centro de salud. Una parte muy importante de las depresiones no son diagnosticadas. A ello contribuye el hecho de que esa buna parte de las depresiones no cursan con los síntomas típicos descritos en los diferentes criterios diagnósticos al unos, sino en forma de “depresión enmascarada” o “equivalente depresivo”. Se define como depresión enmascarada aquella en la que los síntomas afectivos quedan en un segundo plano, ocupando la presentación sintomatológica la forma de molestias físicas y conductuales. Según nos describe el doctor Marín de la Sociedad Española de medicina psicosomática y psicoterapia.

La depresión es, por tanto algo habitual en las consultas de medicina general, pero difícil de observar clínicamente en muchos de los casos. En ter las máscaras psíquicas o conductuales de la depresión destacan: las conductas autodestructivas o de riesgo, las drogodependencias, la ludopatía, la cleptomanía, trastornos de la alimentación como anorexia y bulimia, las fobias y entre ellas la dismorfobia (preocupación exagerada por el aspecto físico), la hipocondría, las obsesiones o el accidentalismo (tendencia a sufrir accidentes).

Las máscaras con apariencia de síntoma corporal son de lejos las más frecuentes y las de más difícil diagnóstico. El doctor Marín nos presenta algunos de los síntomas más habituales que aparecen en la clínica media diarias como enmascaradores de depresión:

1. Algias y paretesias como las cefaleas, dorsalgias, síndrome cerviacal o fibromialgia.
2. Trastornos sensoriales como vértigos y anomalías en los sentidos del gusto, olfato y visión.
3. Trastornos neurológicos y neurovegetativos del tipo acatisia, sudoración excesiva, lipotimias y crisis vasovagales, temblores, tics, movimientos anormales, astenia y síndrome de fatiga crónica.
4. Trastornos digestivos comunes como aerofabia, colitis (incluyendo colon irritable y colitis ulcerosa), ulceras gástrica y duodenal.
5. Trastornos cardiocirculatorios como hipertensión arterial, trastornos del ritmo, parestesias precordiales (dolores en las extremidades superiores o inferiores).
6. Otros trastornos psicosomáticos como dinea, rinitis, asma, enuresis nocturnal, impotencia, frigidez, alopecia areata, eczema y equimosis.

Son muchos los síntomas corporales observables que pueden enmascarar una depresión (lo cual no significa que lo sea y el diagnóstico diferencial es obligatorio en cada caso). El problema del clínico consiste en ser capaz de reconocer una depresión en esa maraña de síntomas que cada día se encuentra en su actividad, considerando que el diagnóstico de la depresión es casi exclusivamente clínico pues no hay signos ni síntomas patognomónicos ni pruebas funcionales que resuelvan de forma inmediata el diagnóstico diferencial. Esto requiere que muchos profesionales cambien el patrón de observación según el cual no se diagnostica positivamente más que lo que se conoce y se busca.
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Blas Rodríguez Armas
Psicólogo.