
"El mundo está cambiando, la población está creciendo en cantidad a ritmos acelerados y ello hace que debamos hacer las cosas distintas. Las profesiones convencionales deberán dar el salto cualitativo soportado por la tecnología y el mundo digital para ser hechas de otra forma."
El especialista de Accenture enumera áreas que serán estratégicas en las próximas décadas: las ciencias de la salud (como consecuencia del crecimiento demográfico y el envejecimiento poblacional); la construcción (relacionada con lo anterior); las tecnologías de la información; las especializaciones en materia de energías alternativas; la agricultura y la ganadería; la legislación internacional y la educación.
Pero mientras algunas profesiones deberán reconvertirse, otras corren el riesgo de desaparecer. Un trabajo del Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford advierte que, por obra y gracia de los avances tecnológicos, en los Estados Unidos corre un alto riesgo de ser automatizado el 47 por ciento de los empleos actuales, en tanto que otro 20 por ciento padece un nivel de riesgo medio. La proporción en el Reino Unido es de un 35 por ciento y un 23 por ciento, respectivamente.
Lógicamente, los puestos que tengan más chances de ser mecanizados son los más expuestos: los relacionados con las áreas de transporte, producción, mantenimiento, logística y hasta algunas funciones rutinarias, como las que realizan los cajeros de supermercado o los cobradores de peaje. Pero, a medida que las investigaciones en materia de inteligencia artificial avancen, otros puestos más calificados podrían verse igual de afectados.
El estudio, realizado por Carl Frey y Michael Osborne, concluye, sin embargo, que las habilidades humanas más difíciles de automatizar son la creatividad, la inteligencia social y la destreza para manipular objetos. Por el momento. "Es posible que la automatización de ciertos trabajos lleve a la creación de otros nuevos, manteniendo el actual nivel de empleo. Pero algunos temen que se incremente el desempleo y la desigualdad económica y social", analiza Cecilia Tilli sobre el trabajo de sus colegas.
Es que, a medida que las futuras innovaciones se vayan incorporando a la vida cotidiana -se habla, incluso, de artefactos y electrodomésticos que estarán todos conectados en Red, lo que daría vida a un nuevo fenómeno: la Internet de las cosas-, algunas profesiones perderán su razón de ser.
"De la misma manera que, durante la Revolución Industrial, mucha mano de obra se automatizó y los humanos tuvimos que buscarnos nuevos cometidos, quizá en el futuro haya profesiones como la del médico, por decir una, que puedan ser, si no reemplazadas, sí influidas por un fuerte componente virtual. Algunas otras, directamente, desaparecerán. ¿Quién querrá tomar un taxi cuando puedas llamar a tu propio auto (Tesla) desde tu reloj (Apple)?", cuestiona, provocador, Daniel Granatta, uno de los fundadores de la consultora de negocios Clowdertank /BAG.
los neuroeducadores, los economistas digitales, los sociólogos tecnológicos, los expertos en medicina del espacio, al igual que toda una amplia gama de puestos de mantenimiento para las máquinas y artefactos que irán surgiendo en los años que vendrán.
Pero, dado el nivel de especificidad de las profesiones antes mencionadas -y el alto nivel de calificación que requerirán-, ¿nos aproximamos a un mundo de contrastes todavía más definidos entre la base y el extremo de la pirámide económica?
Andrés González, de Accenture, alienta el optimismo y sostiene que el escenario laboral futuro tendrá cabida para todos. "En función de las necesidades de desarrollo de industrias como la salud, la alimentación, la construcción, la generación de energía, considero que hay mucho trabajo por hacer a nivel global. Será clave el rol de Estado en términos de generar políticas que gobiernen y controlen esta distribución del trabajo e integren y articulen los mundos empresarial, sindical, social y educativo para poder ofrecer una solución abarcativa y a largo plazo."
Hasta el momento, sin embargo, en los espacios educativos y de formación la mirada a largo plazo no es precisamente la que prima. "Creo que falta una planificación conjunta y articulada entre las instituciones educativas y las organizaciones de demanda de capacidades profesionales. A modo de ejemplo, hoy en día la disminución de ingenieros que se gradúan año a año genera un vacío en contraposición con la creciente demanda de dichos perfiles en el mundo laboral", agrega González.
Con él coincide Denise Abulafia, quien, sin embargo, considera que la magnitud de los cambios que se vienen necesariamente impactará en los procesos de aprendizaje actuales: las plataformas digitales de e-learning se volverán un complemento cada vez más necesario en todo este proceso y algunas carreras científicas, complejas y largas, deberán promover tecnicaturas más cortas y específicas.
"Hablamos de procesos largos que requieren inspiración y preparación -reconoce la especialista-. Pero, sin dudas, en el modelo que se viene, todo el tiempo deberemos estar aprendiendo. El tiempo de estudiar una carrera para toda la vida también está llegando a su fin."
FUENTE: estracto de nota de tapa LA NACION.COM Enfoques
0 Comentarios