EL OJO DEL SEMIÓLOGO Y EL MENTIROSO

A raíz del caso policial en Uruguay, nos enteramos que la justicia uruguaya toma en cuenta la opinión de los semiólogos, a la hora de detectar al mentiroso.

El Semiólogo analiza los fenómenos, objetos y sistemas de la significación, de los lenguajes y de los discursos y los procesos a ellos asociados, forma de comunicar a través de los gestor corporales y palabras.

El mentiroso, cuando habla del evento acerca del cual miente:
-Desvía el foco de atención hacia otros
-Mirada evasiva
-Le quita importancia al tema
-Dá su propia hipótesis de lo ocurrido. Se autoadula
-Evita palabras que percibe como peligrosas
-Hace gestos de acariciarse topcandose el cuarpo, el pelo, la cara.

Básicamente, bajo todos los gestos realizados por la persona, hay 3 SENTIMIENTOS: Culpa, Temor de ser desubierto y Fruición. (placer y orgullo de haber podido engañar al otro)

SENTIMIENTO DE CULPA POR ENGAÑAR
El sentimiento de culpa por engañar se refiere a una manera de sentirse respecto de las mentiras que se han dicho, pero no a la cuestión legal de si el sujeto es culpable o inocente. El sentimiento de culpa por engañar debe distinguirse del que provoca el contenido mismo del engaño. Supongamos que en Pleito de honor, Ronnie hubiese robado efectivamente el giro postal. Quizá tendría sentimientos de culpa por el robo en sí, se consideraría a si mismo una persona ruin por haber hecho eso Pero si además le ocultó el robo a su padre, podría sentirse culpable a raíz de haberle mentido: éste sería su sentimiento de culpa por engañar.

TEMOR A SER ATRAPADO: En sus formas más moderadas, este temor, en vez de desbaratar las cosas, puede ayudar al mentiroso a no incurrir en equivocaciones al mantenerlo alerta. Si el temor es mayor, puede producir signos conductuales que el descubridor de mentiras avezado notará enseguida, y si es mucho mayor, el temor del mentiroso a ser atrapado da origen exactamente a lo que él teme. Si un mentiroso fuera capaz de calibrar cuál será su recelo a ser detectado en caso de embarcarse en un embuste, estaría en mejores condiciones para resolver si vale la pena correr el riesgo. Y aunque ya haya decidido correrlo, saber estimar qué grado de recelo a ser detectado podría llegar a sentir lo ayudará a programar medidas contrarrestantes a fin de reducir u ocultar su temor

EL SENTIMIENTO DE FRUICIÓN (DELEITE DE ENGAÑAR AL OTRO)
Hasta ahora sólo he examinado los sentimientos negativos que pueden surgir cuando alguien miente: el temor a ser atrapado y la culpa por desorientar al destinatario. Pero el mentir puede dar lugar asimismo a sentimientos positivos. La mentira puede considerarse un logro que hace sentirse bien a quien la fabrica o que genera entusiasmo ya sea antes de decirla, cuando se anticipa la provocación que ella implica, o en el momento mismo de mentir, cuando el éxito aún no está asegurado. Después, puede experimentarse un alivio placentero, o bien orgullo por lo que se ha hecho, o presuntuoso desdén hacia la víctima. El deleite por embaucar alude a todos estos sentimientos o a algunos de ellos; si no se los oculta, traicionarán el engaño. Un ejemplo inocente de deleite por embaucar es el que se siente cuando uno quiere hacerle una broma a un amigo ingenuo y la broma cobra la forma de un engaño. El bromista tendrá que ocultar el placer que extrae de eso, por más que lo haya hecho fundamentalmente para mostrarle a los demás con qué habilidad logró tomar desprevenido al incauto.