INTERVENCIÓN POÉTICA: EL SUSURRO (Les Souffleurs)

"Hay más en la vida que aumentar su velocidad", dijo con sabiduría el gran Gandhi. Ralentizar el ritmo de vida es un concepto que nunca ha estado tan de actualidad, especialmente desde la publicación en 2005 de la obra de Carl Honoré “Elogio a la lentitud”
Según Carl Honoré...”vivimos en una cultura de consumo": todo el mundo quiere hacerlo todo y, sobre todo, hacerlo todo con éxito. "Esto provoca un constante desajuste entre lo que esperamos de la vida y lo que conseguimos, un desajuste que alimenta la sensación de que nunca tenemos tiempo suficiente. En consecuencia, la tentación de ir más deprisa, a contrarreloj, pasa a ser irresistible. Nos hemos vuelto adictos a la actividad".
Entre el trabajo, el transporte y la mirada fija en los smartphones, la gente ya no se toma su tiempo. Por un montón de razones, es fundamental saber ralentizar el ritmo de vida.
Hay diversas intervenciones poéticas y artísticas destinadas a ralentizar el tiempo, como por ejemplo la de SUSURRAR.
Surgidos en París en 2001, Les Souffleur se definen como artistas poetas. En 2016 recorrieron el país durante cuatro semanas e hicieron veinte intervenciones callejeras en quince ciudades. En sus performances fusionan baile, teatro, circo y poesía. Los susurrantes argentinos le aportaron al movimiento global un toque local y artesanal: talleres de construcción de tubos susurradores, de cartón duro, de un metro de largo, como mínimo, intervenidos con dibujos y pinturas. También, el concepto PUP (Pequeño Universo Portátil): un paraguas decorado bajo el cual se narran historias y se recitan poemas a unos pocos participantes.
Si hay algo más conmovedor que alguien nos cuente un secreto en voz baja, es que nos susurren un poema al oído. El efecto es mágico: el poder de la poesía se potencia en ese acto de intimidad que implica la acción de susurrar. Para que la experiencia sea posible solo se necesita unos versos, dos personas y un tubo de cartón que dirige la voz y amplifica el sonido de la palabra. Difundida en Europa y América latina por la compañía Les Souffleurs Commandos Poétiques, la movida de "susurrantes" y "susurradores" se extendió por el país como recurso artístico y pedagógico en escuelas, bibliotecas, festivales literarios y espacios públicos.
Fue Mirta Colángelo, educadora por el arte fallecida en 2012, quien dio forma teórica a esta práctica. En el libro De susurros y susurradores (Comunicarte),