El acto comunicativo y el consumo problemático.

El conocimiento de un individuo debe partir del estudio de su familia, que es su contexto más próximo.
Se define la comunicación, como el vehículo interpersonal primario para la interacción de los subsistemas, posibilitando el crecimiento e integración de sus miembros. No sólo comprende los contenidos verbales, sino también el comportamiento no verbal (tono, postura, gestos, etc.).
Toda conducta es un mensaje, así que, siempre hay comunicación. El funcionamiento de la familia está dado por el establecimiento de límites adecuados que faciliten la interacción entre sus miembros. La interacción, a su vez, está dada por la comunicación y cada familia desarrolla su propio patrón de comunicación.

Debe tenerse en cuenta:
El Contenido: Si se habla sólo de asuntos íntimos, o sólo cuestiones de carácter superficial.
Frecuencia: Si la comunicación es escasa, limitada, o abundante y suficiente.
Claridad: Que tan directamente se hablan las personas entre sí, o si se manejan mensajes confusos, o “dobles mensajes”; esto implica una contradicción entre lo que se dice verbalmente y lo gestual.
Congruencia: Se refiere al acuerdo entre lo que verbalmente se dice y lo no verbal, a través de gestos, tono de voz, etc.
Forma: Intervención de cada miembro de la familia, las interrupciones, los silencios, el no dejar hablar a los demás, opinar de otros, el hablar sólo en tercera persona (el, ella, usted).
De acuerdo con lo anterior, es importante resaltar una estrategia práctica para el manejo de conflictos, o dificultades, para fortalecer la comunicación sin causar deterioro:
La actitud: diálogo, respeto, humildad, tolerancia.
El momento: sólo deben dirigirse al otro cuando hayan desaparecido los sentimientos negativos: odio, rabia, ira, rencor, etc.
El cómo: debe dirigirse en primera persona desde el “YO”, y evitar el usted, que incita al otro a pelear y discutir, es decir, utilizar el lenguaje yoico.
Dentro de este proceso la adicción se convierte en un acto comunicativo; y en muchos casos impide la separación del grupo familiar. La adicción adquiere tanta relevancia, que llega a convertirse en el patrón de interacción a través del cual la familia conserva la unidad y modelo de funcionamiento.
Este síntoma (farmacodependencia), interviene en las actitudes y aptitudes que cada miembro asume, de la siguiente manera:
-El consumo puede ser la técnica a través de la cual el paciente se expresa verbal, emocional o físicamente con otros miembros de la familia. Lo anterior conlleva a que muchas parejas, lo acepten, porque la violencia se combina con períodos de calma, caracterizados por manifestaciones de amor y ternura que dificultarán la separación. La pareja espera que el período de bienestar sea cada vez más largo y el de violencia más corto, situación que escasamente sucede.
-El consumo sirve para evadir responsabilidades familiares.
-El consumo de sustancias puede servir como mecanismo distractor a la familia. Consciente o inconscientemente los miembros desplazan u olvidan sus propios problemas u otros síntomas, colocando toda la responsabilidad de bienestar o malestar en el consumidor.
De manera inversa y a la vez recíproca, también sirve para atraer la atención de los miembros entre sí. Habrá alguien que aparece como “desvalido y necesitado de ayuda”, y otro como “salvador y protector”. Este asunto puede aplicarse hasta convertirse en un patrón de equilibrio familiar conocido como “Homeostasis”, pero que es disfuncional porque genera conflictos repetitivos a cada participante.
En general podríamos afirmar que el paciente consumidor, no es el único con problemas, gracias a éste otros tienen un funcionamiento aparentemente “normal”, pero no significa que sea así.
Se ha encontrado que en la conformación de un matrimonio, las relaciones son, de alguna manera, una repetición de las familias de origen. Por eso, es muy común hallar parejas de consumidores que han vivido experiencias similares con el padre o la madre. La razón más sencilla para explicar esto, es que la pareja del consumidor espera llevar a cabo su misión “salvadora y protectora”, sin descartar que dicha misión puede ser un acto aprendido en su medio anterior, llevando a la repetición de las historias familiares por generaciones.
Otra situación que se presenta, es que el subsistema conyugal interacciona de una manera tan amalgamada, que dificulta la presencia o participación del subsistema fraternal en éste, generando separación entre ambos, lo cual indudablemente produce un sentimiento de inseguridad y resta sentido de pertenencia a la familia por parte de los hijos.
La adicción en algunos casos, se inicia en el núcleo familiar, incluso es generada por los padres, quienes enseñan al infante desde temprana edad a consumir licor, cigarrillo u otras drogas; así, detrás de un joven consumidor de drogas, o delincuente, hay una familia patológica.
A la familia se le ha visto como causa y efecto de la farmacodependencia.
La familia de la persona con consumo problemático
La familia vista como un sistema, presenta síntomas como efecto de una desorganización al interior de su estructura, de la siguiente forma:
La figura paterna o no se encuentra existente físicamente por un abandono o, si está presente, es distante emocionalmente. Su función tiende a ser económica básicamente.
Familia y comunicación
La madre asume parte de ese rol, ubicándose en una posición de poder. Generalmente, dicha figura materna se involucra más cercanamente con sus hijos, en algunos casos el compromiso es tan alto que desencadena una relación co-dependiente con alguno de ellos, promoviendo la rivalidad entre los hermanos.
El padre descuida su rol paternal dejando dicha función a la esposa. Las triangulaciones son frecuentes. Generalmente queda el adicto por fuera y a éste no parece quedarle más remedio que regresar al consumo. Afloran sentimientos de frustración, de minusvalía, culpa y temores.
El sistema de valores se observa resquebrajado e incluso ausente.
Generalmente la familia de la persona con consumo problemático, asume diferentes roles como una forma de aliviar las tensiones, disminuyendo el sufrimiento y como mecanismo para poder subsistir como grupo:
Co-adicto: Persona afectivamente más cercana al adicto. Es quien posibilita de una u otra forma el consumo, es la encargada de mantener estabilidad reforzando el problema. Su intervención debe estar dirigida a lograr que el apoyo que ofrezca no sea permisivo, ni consistente, sino firme.
El héroe o bueno: usualmente el hijo o hermano mayor. Es el mediador entre el adicto y el co-adicto. Desea aportar en el proceso pero ayudar al adicto o compadecer al co-adicto le genera confusión a la hora de determinar cuál es el camino correcto a seguir.
Chivo expiatorio: Es el miembro rebelde; asume comportamientos irregulares, se siente rechazado, “todo lo hace por llamar la atención”.
Perdido u olvidado de la familia: Es la persona que pasa desapercibida por la familia, tiene baja autoestima, no quiere ser motivo de preocupación. Se percibe a sí mismo como inadecuado y sufrido, por esto es muy propenso a una enfermedad mental y al suicidio.
Payaso: es la persona de la familia que, a través del humor, procura quitar el dolor que genera la problemática. Con esta actitud oculta el sufrimiento que le representa.
Estos roles o papeles nos sirven no sólo para entender lo que ocurre con las personas que conviven con el adicto, sino para pensar en la forma de apoyarlos en el proceso de recuperación, pues el adicto no se enferma sólo, hace parte de un sistema que con su adicción también se afecta.
Etapas del proceso
La familia en el proceso de entendimiento y aceptación de la adicción de algunos de sus miembros, atraviesa por una serie de etapas que son importantes destacar para tener una mejor comprensión de la situación de ese grupo:
Negación del problema: A pesar de los repetidos hechos de consumo, la familia considera la situación como normal. Oculta la realidad, disminuye las actividades sociales y tiende a encerrarse.
Intentos de eliminar el problema: Consideran el comportamiento del adicto como no normal. Utilizan “Remedios Caseros” para salir del problema. Le pagan las deudas, le lloran, le controlan, le resuelven las dificultades. Aquí es donde más actúa el coadicto y se genera una relación de permanente lucha de poder entre el consumidor y la familia.
Intentos de reorganizarse a pesar del problema: La familia hace todo lo posible por comprender al adicto. Ya no les importa que los demás se den cuenta. Aceptan ayuda externa, aunque les genere vergüenza. El adicto, poco a poco, va aumentando la problemática a nivel personal y familiar.
Desorganización de la familia: La familia deja de esperar cambios en el adicto a quien ya consideran incapaz de dejar la droga y asumir cabalmente funciones. El consumidor va perdiendo lugar dentro de la familia, sus funciones las realiza otro miembro, en la mayoría de los casos esto genera resentimiento en todos.
Esfuerzos por escapar del problema: La familia al ver que el adicto no acepta ayuda puede tomar la decisión de dejarlo para evitar que los daños que mutuamente se hacen, continúen.
Reorganización de la familia: Esta puede hacerse con o sin el adicto. Si se está recuperando, la familia poco a poco empieza a confiar nuevamente en él y le permite reasumir sus funciones. Algunas familias logran de manera gradual superar las dificultades provocadas por la adicción. En otras por el contrario, hay rupturas irreparables como consecuencia del daño que se hicieron mientras estuvieron juntos enfrentando o resistiendo el problema.
Patrones generales de disfunción familiar
Procesos generadores de conflictos y dificultades:
Tensión:
a) Situacional: Crisis relacionadas con acontecimientos o condiciones que se presentan en la vida; puede ser:
Transicional: Pasos de una a otra etapa del ciclo familiar
Súbita: Desencadenada por situaciones imprevistas
Ambas pueden generar el desarrollo de un síntoma físico o mental en uno de sus miembros.
b) Interpersonal: Conflicto que se presenta entre personas, por ejemplo una crisis por divisiones que se producen dentro del hogar.
c) Intrapersonal: Son divisiones y conflictos de una persona consigo mismo. Son el resultado de una presión externa. Un niño que ha sido agredido por sus padres, termina atacándose a él mismo y a los demás, por ejemplo.
Polarización: Se refleja en la competencia por el poder y la libertad entre un padre y su hija adolescente. Se refiere al proceso donde cada uno de los implicados pone más fuerza y energía en cada respuesta, llegando a límites cada vez mayores y a veces insostenibles de intensidad.
Triangulación: Formado por dos personas de un nivel superior y una tercera de un nivel inferior. El triángulo más típico es el formado por los padres y un hijo.
Culpa: La búsqueda de culpables es un proceso poderoso y observable en todo sistema, donde se lanzan acusaciones y simultáneamente las personas se defienden. Este proceso de culpa nace quizás de la dificultad que se tiene de apreciar y aceptar los propios errores.
Difusión de la Identidad: En períodos de crisis surge en toda familia una amplia simbiosis, en la que todos los miembros se tornan muy dependientes con miedo de perder el apoyo del otro. Esta situación puede prolongarse, impidiendo la autonomía e independencia de las personas.
Inmovilidad: Es el proceso por el cual una familia se estanca en su desarrollo por temor a los cambios que toda crisis implica, conectado con el miedo a la muerte.
Respuesta familiar a la enfermedad
Si el paciente es uno de los cónyuges y el proveedor económico, su limitación puede llevar a otros miembros a asumir sus funciones sin estar preparados para ello o sin quererlo. El enfermo puede crearse una serie de dificultades y conflictos en el manejo de la autoridad, del afecto, y de la toma de decisiones.
Sin embargo, en algunas familias, dichos conflictos fortalecen la unidad y la integración de sus miembros. Pero el fenómeno de crisis corre el peligro de convertirse en un factor estabilizador del sistema total. Así, el síntoma en algunas ocasiones, representa la solución, aunque insatisfactoria para las partes comprometidas en ella. En conclusión, el funcionamiento de una familia puede ser generador de síntomas y/o perturbación en uno o varios de los miembros.
Pograma de Adicciones / Departamento de salud mental / Hospital Universitario de San Vicente Fundación .
Si te sentis identificado, o conoceés a alguien que puede estarlo por favor compartilo., la idea es que trabajemos juntos en la comunicación familiar, y la creación de vínculos sanos
Beatriz Elena Giarrizzo.
Consultora Psicológica.
Consejera en Adicciones.
Pareja y Familia.