DEMOCRATIZAR EL CEREBRO
(Entrevista al Dr. Facundo Manes realizada por Alejandra Beresovsky para "La Voz")

Facundo Manes como otros representantes de disciplinas antes ignoradas o desatendidas (artísticas, deportivas o científicas) reconcilia a la sociedad con especialidades que hasta ahora fueran sólo de elite.

En ese plan escribió el libro Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor

–¿Hubo un aumento de eventos agudos y enfermedades que afectan al cerebro? ¿Eso puede atribuirse al contexto social?
–Hoy la expectativa de vida es mayor, el mundo está envejeciendo, la Argentina está envejeciendo, y el principal factor de riesgo para el Alzheimer es la edad. De hecho, después de los 65 años, el riesgo de padecer Alzheimer crece a un ritmo exponencial. En otras patologías neurológicas también hay causas vinculadas con el entorno, el estrés. Hoy la sociedad vive muy estresada y el estrés puede llevar a la depresión. La ansiedad es la psicopatología más frecuente en la sociedad actual y tiene mucho que ver con el contexto, con la vida que tenemos. El cerebro termina de madurar entre los 20 y los 25 años y si no se alimenta bien y no recibe el afecto y el estímulo cognitivo, no se va a desarrollar plenamente. Entonces, claramente ahí el contexto produce situaciones que no deberían pasar en el cerebro.

–¿Hay estímulos que pueden acelerar esos cambios? ¿El uso intensivo de productos electrónicos, por ejemplo?
–Ese es un tema muy interesante y muy actual. Hoy hacemos lo que en inglés se llama multitasking y en castellano multitarea. Por ejemplo: estamos trabajando en un documento con la computadora y en la pantalla aparecen imágenes del diario, suena el teléfono, hay alertas de WhatsApp, Facebook y Twitter. La multitarea disminuye el rendimiento cognitivo. Siempre pongo de ejemplo a Kafka, que podía escribir un cuento en cuatro o cinco horas, concentrado. Imagínese ahora a Kafka en la computadora con Twi­tter, Facebook, e-mail; no se podría haber concentrado ni haber escrito cuentos que significaron mucho para la historia de la humanidad. Pero hay que dividir el análisis en lo que sucede en niños, adolescentes y adultos. Como decía, el cerebro termina de madurar entre los 20 y los 25 años. El efecto de la tecnología en niños y adolescentes obviamente no se conoce, se está estudiando, y además es un cerebro en construcción. El uso moderado no produciría problemas, pero eso implicaría usarlo como una herramienta, de manera moderada, como beber cuando uno tiene sed. Con respecto a los adultos, que ya tienen el cerebro desarrollado, pueden generar actitudes compulsivas o ansiosas, pero a personas que ya tienen predisposición. No es que la tecnología produzca ansiedad o compulsiones. A personas adultas que tienen tendencias obsesivas, compulsivas y ansiosas, la tecnología les va a disparar esas tendencias. Es como echar un poquito de querosén al fuego, gatillar conductas obsesivas. Se está empezando a hablar de adicciones a Internet y al consumo de productos electrónicos, pero por ahora sólo podemos dar un consejo: el uso moderado no genera ningún problema, ni en niños, ni en adolescentes, ni en adultos. Pero hay que tener cuidado con el consumo intensivo.

–¿Qué es la inteligencia? ¿Cómo podríamos explicar que el ser humano es más inteligente que en otras épocas?
–La inteligencia no se puede medir en toda su amplitud. El coeficiente intelectual tiene que ver con pruebas aritméticas, pero no predice éxito en la vida en otros aspectos. Hay una inteligencia social que no se puede medir, pero que existe. Hay gente que se da cuenta qué piensa el otro. Un buen político entra a un lugar y sabe quién lo quiere y quién no lo quiere. La inteligencia también está relacionada con el entorno social de cada persona para saber qué está pensando el otro. Y también está la inteligencia emocional, porque hay gente que es muy inteligente en números o analíticamente, pero no regula sus emociones. Existe la inteligencia motora: en una fracción de segundo, un deportista tiene que resolver situaciones complejas.
Hay diferentes inteligencias y hoy la ciencia no puede medir esa complejidad. Sabemos también que la inteligencia social es muy importante para liderar. Los líderes tal vez no tienen una inteligencia analítica tan alta o el coeficiente intelectual más elevado, pero tienen una inteligencia social que les permite darse cuenta de la necesidad de los otros. Yo creo que Mandela y Ghandi quizá no eran más inteligentes que alguien que pueda estar en una oficina, pero tenían una inteligencia social que les permitía no sólo darse cuenta de qué pensaba un par, sino también personas que no conocían, de países extraños. Eso no se puede medir, pero es parte de la inteligencia. Córdoba es una provincia inteligente, porque aquí hay mucho humor y el humor es inteligencia. La ironía es inteligencia y la ciencia no puede medirla. La ciencia no puede medir toda la inteligencia.

–Si el cerebro está dividido en dos hemisferios relacionados con áreas de conocimiento diferentes, ¿está bien juzgar a una sociedad porque se inclina más hacia un tipo de conocimiento que otro?
–No, no está bien. Yo creo que la educación tiene problemas no sólo en Argentina, sino en el mundo, porque se privilegian la matemática, la ciencia, el lenguaje. Eso está muy bien, pero se dejan de lado las humanidades, el arte, el talento musical, inclusive en los índices de mediciones internacionales. Picasso decía que los chicos son máquinas creativas, el problema es que la educación y la sociedad muchas veces frenan o inhiben el talento creativo. Yo creo que muchas veces la educación frena la creatividad de los chicos. El talento creativo, humanístico, debe ser valorado. Estamos asesinando el talento creativo de muchos chicos, haciendo sólo hincapié en la matemática y el lenguaje. Insisto: eso no está mal, lo que está mal es dejar de lado el talento humanístico, social.

–¿Existe el riesgo de manipulación cuando se avanza en el estudio del funcionamiento del cerebro, sobre todo cuando es posible asociar determinadas actitudes a su estructura o conexiones internas?
–Sí, por eso existe la neuroética. Hoy hasta es posible detectar qué pasa en algunos cerebros de personas que están en estado vegetativo, tenemos equipos que han avanzado en investigaciones sobre el tema. Hoy, con las técnicas modernas, sabemos que hay algunas partes del cerebro que se activan. ¿Y qué significa eso? Que hay consciencia. En Inglaterra, cuando hay un paciente en estado vegetativo crónico el que decide si se lo debe seguir alimentando o no es la Justicia, porque el sistema de salud inglés es público. Entonces, el Estado va a resolver si el paciente en estado vegetativo va a seguir alimentándose crónicamente. Otro ejemplo es el uso de drogas que mejoran el rendimiento cognitivo en ciertas patologías para otros fines. Existen drogas que mejoran la memoria en casos de Alzheimer y ahora hay pilotos de avión que mejoran el rendimiento cognitivo con esas drogas. Puedo contar varios temas donde claramente la ética es muy necesaria, por los avances de la ciencia.

–¿Los ejercicios para mantener la mente ágil en la vejez se pueden usar en otras etapas de la vida para potenciar o desarrollar habilidades?
–Lo importante es estar apasionado por algo. No se pueden realizar actividades sin pasión. Lo que motiva a los seres humanos es lo que nos hace aprender. Si yo no estoy motivado por algo no puedo aprender. Por eso soy escéptico sobre las técnicas para aprender o para liderar. La gente tiene que estar apasionada, tiene que estar inspirada para aprender o seguir a alguien o tomarlo como modelo. Por eso creo que la revolución educativa no va a pasar por un Ministerio de Educación o un ministro de Educación, sino por la conexión única que se produce entre el alumno y el docente a través del proceso educativo. Podemos tener varios premios Nobel como ministros de Educación o podemos tener el mejor gabinete de educación del mundo, pero si no se produce la revolución educativa en el contacto del alumno con el docente, no va a suceder. Y el docente tiene que inspirar, tiene que ser modelo, tiene que iluminar al alumno. Eso requiere pasión.

–¿La vulnerabilidad del cerebro es distinta según la edad?
–Uno empieza a perder memoria a partir de los 40 años. El cerebro es dinámico.

–¿Dinámico para mal?
–Eso es interesante. No. Hubo un estudio en Nueva Inglaterra con adultos mayores y jóvenes. Los adultos mayores tenían menos memoria y eran más lentos, pero tenían más estrategias y habilidades para compensarlo. Lo que hoy sabemos es que hay que cuidar el cerebro del joven. Lo que hagamos a los 40, 50, 60 años traerá como consecuencia cómo estemos a los 80 años. El mundo tendrá mayor expectativa de vida, entonces el científico puede contribuir. Hoy en el mundo se está repensando el término “jubilación”, primero porque para el cerebro no es bueno jubilarse, hay que jubilarse de lo que a uno no le gusta, pero nunca dejar las pasiones. Hoy sabemos, por datos internacionales, que los jubilados que reciben el salario pero no hacen nada se deterioran cognitivamente. ¿Qué podemos hacer con ese dato? Como sociedad, además de pagarles bien, quizá tengamos que hacer que los jubilados se mantengan activos intelectualmente. Habrá que combinar ciencia y políticas públicas para que vivan mejor.