1- Mayor habilidad para relativizar las circunstancias, dándonos cuenta de que la mayoría de las cosas que acontecen no son lo suficientemente importantes como para el perder nuestra paz interior.
2- Más sensibilidad para diferenciar los asuntos de los demás de los propiamente nuestros, dejando de sufrir por los problemas ajenos sin caer en la indiferencia. (tengamos en cuenta que también mucha gente de las que nos rodea se hace problema por trivialidades).
3- Disminución del miedo a perder lo que tenemos, porque reconocemos que la posesividad es una ilusión psicológica, dado que nada ni nadie nos pertenece y cuando nos vayamos de este mundo....ninguna cosa nos llevaremos.
4- Independencia emocional de nuestro entorno social y familiar, si bien los amamos, ya nuestras desiciones no dependen de la aprobación de nuestro círculo afectivo.
5- Ya no hay una toma de posición fija. Ya no nos aferramos a creencias o ideas dado que reconocemos que que la realidad es energía y movimiento y por lo tanto nada es permanente y todo está en continuo cambio.
6- Disminuye la queja inútil respecto de lo mal que funciona el mundo y el sistema. Ya reconocemos lo que está en nuestras manos poder cambiar y lo que no y por lo tanto accionamos cuando es nuestra posibilidad.
7- Períodos en los que relajamos todas nuestras expectativas de lo que debería ser y dejamos que nos invada una gran paz.
0 Comentarios